Donec eris sospes, multos numerabis
amicos.
Mientras las
cosas marchen bien en tu vida, abundarán quienes se digan tus amigos.
Ovidio, uno
de los más grandes poetas de Roma, gozó de fama y prestigio hasta que cayó en
desgracia ante el emperador, quien lo condenó al destierro en una región remota
—lo que hoy conocemos como Rumania—. En ese exilio forzoso, escribió sobre su
trágico destino, el cual atribuyó a dos causas: un poema y un error.
El poema en
cuestión contenía consejos sobre el arte de amar y del placer, temas que,
aunque ingeniosos y refinados, resultaron escandalosos para la moral de su
tiempo.
Durante su
exilio, Ovidio descubrió con amarga claridad la soledad del olvido: quienes lo
rodeaban cuando todo era éxito y honor desaparecieron cuando lo golpeó la
desgracia.
El sentido
profundo de este relato es claro: la fortuna no solo revela quiénes te sonríen,
sino también quiénes permanecen a tu lado cuando ella te da la espalda. Antes
de que la vida te ponga a prueba, conviene reconocer a los verdaderos amigos,
pues solo ellos permanecen cuando la prosperidad se desvanece.
Comentario filosófico
El
pensamiento de Ovidio encierra una lección sobre la naturaleza efímera de
las relaciones humanas cuando están sustentadas en la conveniencia. La cita
de Ovidio que nos da a entender que «mientras te vaya bien, tendrás muchos
amigos» refleja una verdad universal: el éxito atrae, pero la adversidad
desnuda.
Desde una
lectura moral y filosófica, Ovidio nos invita a desconfiar de las amistades
superficiales, aquellas que florecen en tiempos de abundancia, pero se
marchitan en la desgracia. Es una reflexión sobre la vanidad social,
sobre la tendencia humana a rodearse de quienes pueden ofrecer algo, olvidando
el valor de la lealtad y la empatía.
Su
experiencia personal transforma esta frase en un testimonio existencial: la
pérdida, más que el triunfo, revela la autenticidad de los vínculos humanos.
En este sentido, Ovidio no solo fue un poeta del amor, sino también un poeta
del desengaño, pues comprendió que el afecto verdadero se mide no en los
festines del éxito, sino en las vigilias del infortunio.
La frase de Ovidio —«Mientras
te vaya bien, tendrás muchos amigos»— conserva una vigencia inquietante en el
mundo contemporáneo. Si en Roma la amistad se disolvía ante el destierro o la
pérdida del favor imperial, hoy se desvanece ante algo mucho más banal: la pérdida de estatus, fama o visibilidad social.
Por
otro lado, vivimos en una época en la que el valor de una persona parece
medirse por su éxito económico, su número de seguidores o su imagen proyectada
en redes. Las relaciones humanas se han vuelto frágiles, utilitarias y, con
frecuencia, interesadas. Se «apoya» a alguien mientras brilla; se le ignora o
se le cancela cuando fracasa. En otras palabras, la amistad se ha convertido en una transacción emocional.
La
sociedad actual, obsesionada con la apariencia y el rendimiento, ha sustituido
la lealtad por la conveniencia. Muchos buscan «amistades» que sumen estatus,
que den visibilidad o sirvan de escalón, y no vínculos sinceros que acompañen
en el silencio, el error o la caída. Las redes sociales han potenciado esta hipocresía
colectiva: abundan los «me gusta» cuando todo va bien, pero el apoyo real
desaparece cuando llega la crisis.
Así, el mensaje de Ovidio adquiere una fuerza moral innegable: no hay peor pobreza que la de quien está rodeado
de muchos en la abundancia y de nadie en la adversidad. Su advertencia
nos interpela a rescatar la autenticidad en nuestras relaciones, a preferir la
presencia silenciosa del amigo verdadero frente al ruido vacío de las
multitudes virtuales.
Para terminar, Ovidio no solo habló
de su tiempo: habló del nuestro. Porque seguimos viviendo en una sociedad que
aplaude el éxito, pero huye del sufrimiento; una sociedad que confunde
admiración con afecto, y compañía con conveniencia.
Escrito por David Misari
6 de octubre de 2025
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