La enseñanza de Musashi Miyamoto resuena como un eco atemporal en la conciencia humana: «No lamentes lo pasado, no temas lo futuro. Un hombre sabio no se entristece por lo que no tiene, sino que aprovecha lo que sí tiene».
Este pensamiento nos invita a reflexionar sobre una de las trampas más sutiles de la existencia: la obsesión con aquello que escapa de nuestro control. El pasado es un territorio inaccesible, ya clausurado; el futuro, un horizonte todavía en penumbras. Sin embargo, solemos vivir atados a la nostalgia de lo perdido o a la ansiedad de lo que podría venir, mientras dejamos escapar lo único real y tangible: el presente.
La sabiduría que propone Musashi no es una renuncia al deseo ni un llamado a la indiferencia, sino un arte de concentración en lo que es, en lo que está a nuestro alcance. No se trata de negar el dolor del pasado ni de ignorar los riesgos del porvenir, sino de evitar que ambos gobiernen nuestra vida. La mirada sabia se posa en lo inmediato, en lo que ya está en nuestras manos, y desde allí construye sin desperdiciar energía en lo irrecuperable ni en lo incierto.
En tiempos donde la cultura impulsa constantemente al «tener más», este mensaje cobra una fuerza aún mayor. Reconocer lo que se posee —la salud, el conocimiento, los vínculos, la experiencia, la voluntad— es un acto de gratitud y, al mismo tiempo, de libertad. La riqueza auténtica no depende de lo acumulado, sino de la capacidad de transformar lo presente en posibilidad.
Así, Musashi nos recuerda que la vida no es un balance entre lo que falta y lo que se teme, sino un ejercicio de presencia: mirar lo que ya tenemos, darle valor y, con ello, descubrir que el camino de la sabiduría no es otro que vivir con plenitud este instante que se nos ofrece.
Escrito por
El Escritor Misterioso
18 de agosto de 2025
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