Anna era una mujer que, al igual que muchas
damiselas, amaba a los gatos. Cuando Anna tenía seis años, en casa, su madre
tenía un gato. Anna creció jugando con este hermoso animal por unos años. Una
vez que Anna cumplió los once años, lamentablemente, el gato de su madre sufrió
un accidente. Un coche lo atropelló y Anna fue testigo de eso. La madre de Anna
estaba muy triste y Anna, ni que decir, estaba destrozada, incluso, más que la
madre. Anna lloró varias noches y era abrazada por su madre quien compartía su
tristeza.
Pasó un año y el padre de Anna trajo a casa a un pequeño gato y se lo regaló.
Anna estaba muy contenta y aparte de agradecer a su padre, le dijo a su madre
que ese pequeño gato sería de las dos. La madre de Anna compartió la alegría de
su hija y juntas empezaron a criarlo. Anna lo llamó Michael.
De esta manera, Michael creció en aquella casa rodeado de amor por parte de
Anna y de su madre. A medida que crecía, el felino se volvió todo un cazador de
palomas y de ratones. Incluso, algunas veces, cazaba insectos. El intrépido
felino era muy querido en la casa de Anna y cada año que pasaba, tanto Anna
como su madre, le celebraban su cumpleaños. El día que Michael cumplía años era
el 31 de octubre. Y como era costumbre, cada año que Michael cumplía años, le
tomaban una foto.
Sin embargo, la desgracia llegaría al día siguiente, 1 de noviembre, Michael
sufrió un accidente y falleció. El felino fue envenenado. Anna lo encontró
echado sobre el sofá donde su padre solía sentarse, pero ya era demasiado
tarde. En la boca del felino y alrededor de él, había una especie de espuma
amarilla. Lo llevaron al veterinario solo para que este les diga que,
efectivamente, Michael fue envenenado. Ese día por la tarde, Anna y su madre decidieron
enterrar al felino en un pequeño cementerio de mascotas que quedaba a una hora
de la casa de Anna. Llevaron el cuerpo de Michael y lo enterraron ahí.
Pasaron algunos años y ya cuando Anna cumplió los 18 e ingresó a la universidad
a estudiar veterinaria, una amiga de su facultad la invita a su casa para
desarrollar un trabajo grupal. Anna acepta y va. Ese día, jamás será olvidado
por Anna.
Resulta que su amiga tenía un gato de avanzada edad. Para variar, cuando Anna
lo observó bien (pelaje, rasgos faciales, patas, cola y orejas), curiosamente
era muy pero muy parecido a Michael. Cuando Anna le preguntó desde cuándo tiene
a ese felino como mascota, la madre de la amiga de Anna, quien escuchaba la
conversación, intervino y le dijo que lo encontraron hace seis años cerca de un
parque que a la vez quedaba cerca de un pequeño cementerio de mascotas. El
felino estaba lleno de tierra, mal oliente y con un poco de espuma amarilla en
la boca, pero estaba vivo, aunque muy débil. Rápidamente, lo llevaron a casa y
ella (la madre de la amiga de Anna que era veterinaria) se encargó de asear al
felino y curarlo, pues al parecer había sido víctima de un envenenamiento que
felizmente no prosperó.
Cuando Anna terminó de escuchar el relato, se quedó estupefacta, pues resultaba
inaudito. Ese gato era Michael. Por alguna razón, no murió con el veneno y
horas más tarde de su entierro, el felino, con lo hábil e intrépido que era,
buscó la manera de desenterrarse y logró hacerlo con todas sus fuerzas, pero
quedó debilitado. Anna quiso llevarse al felino, pero su amiga y la madre de
esta, obviamente, se lo impidieron, pues no dejarían que se lleve a «Michael»,
nombre que le pusieron cuando lo encontraron. Anna molesta dijo que era su gato
y que su nombre es Michael. La amiga de Anna le dijo que, si es así, que lo
probara. Entonces, Anna le dijo que la acompañe a su casa para mostrarle unas
fotos. La amiga se fue con Anna.
En casa de Anna, esta le mostró las fotos de Michael y en efecto, no había
duda, se trataba de Michael que, por alguna extraña razón, volvió a la vida.
Rápidamente, con las fotos y con una cámara en mano, regresaron a la casa de la
amiga de Anna. Buscaron a Michael, lo colocaron en una banca y le tomaron una
foto.
Cuando la amiga de Anna le dijo «Anna ¿qué día es hoy?», Anna le respondió:
«hoy es 31 de octubre». Ese día era cumpleaños de Michael. Al día siguiente
revelaron la foto y una vez con ella en mano, escribieron «octubre 1938» y
abajo una pequeña inscripción que dice «Our Michael» (nuestro Michael). Decidieron
que el felino iba a estar un mes con Anna y otro mes con la amiga. Así las dos
seguirían siendo como madres para este felino resucitado que, curiosamente,
cumplía 13 años.
La fotografía que ves en la imagen, posiblemente se trata de la primera y única
foto que se tiene de un gato de 13 años que resucitó. Si observas bien, notarás
la mirada y expresión facial de un gato que venció a la muerte y revivió.
Michael debió ser un gato muy querido por Anna y su amiga.
Por último, Anna y su amiga, fallecieron aproximadamente el año 1995 y 1996
respectivamente, pero ¿sabes que es lo más curioso? La nieta de Anna, que lleva
por nombre también Anna, es la que conserva actualmente (2023) está foto y
también a Michael que, por razones desconocidas y uno de los grandes misterios
de la ciencia animal, aún vive y se conserva tal cual, como si la vejez se
hubiese estancado en Michael con sus 13 años de vida. Quizá pase el tiempo y la
nieta de Anna llegue a morir, pero Michael, seguirá vivo.
Cuento: Michael
Autor: David Misari Torpoco
Fecha: 23 de mayo de 2023
0 Comentarios