Cuando se
estudia filosofía, uno de los primeros textos con el que se empieza a
profundizar en dicha disciplina es el texto de Friedrich Moritz Schlick
titulado El futuro de la filosofía
(1932). Este filósofo, físico y profesor alemán fue el fundador del Círculo
de Viena y promotor del empirismo lógico. Su breve, pero influyente ensayo
marca un giro decisivo en la historia de la filosofía contemporánea, al
proponer una redefinición radical de la tarea filosófica.
En El futuro de la filosofía, Schlick
sostiene que la filosofía debe renunciar a su antigua pretensión de ser una
forma superior de conocimiento metafísico y convertirse en una
clarificación lógica del lenguaje y del pensamiento. De esta manera, afirma
que muchas preguntas filosóficas tradicionales —sobre Dios, el alma, la libertad,
la esencia del ser y otras— son pseudoproblemas, es decir, problemas que
surgen del uso incorrecto del lenguaje, y que no pueden resolverse
porque en realidad no significan nada verificable.
A su vez, Schlick encarna, junto con Carnap y otros, una ruptura con la tradición
filosófica desde Platón hasta Hegel. Para él, la metafísica no solo es
inútil, sino ilusoria, pues formula preguntas que no tienen contenido
empírico ni sentido lógico.
Desde esta
perspectiva, la filosofía ya no busca verdades «trascendentes», sino que se
convierte en una actividad analítica, casi terapéutica: limpiar el
pensamiento de confusiones lingüísticas.
Este punto
tiene una enorme resonancia con Wittgenstein (primera etapa), cuya idea
de que «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» parece latir
detrás de la propuesta de Schlick.
Por otra parte, el futuro de la filosofía, dice Schlick, no está en
descubrir nuevas verdades, sino en aclarar el sentido de las proposiciones.
Su labor es lógica y lingüística: distinguir lo significativo de lo sin
sentido. Es por esto que, en primer lugar, este desplazamiento rechaza el rol
de la filosofía como fundamento de las ciencias. En segundo lugar,
propone que las ciencias empíricas son autosuficientes y que la
filosofía sirve como guardiana del rigor lógico. Este enfoque es una
forma de empirismo lógico que defiende que todo conocimiento
significativo debe ser verificable empíricamente o reducible a lógica formal.
Desde una
perspectiva más amplia, la visión de Schlick ha sido cuestionada en diversos
frentes:
a. Desde la fenomenología y la hermenéutica (Heidegger,
Gadamer)
Se objeta
que reducir la filosofía al análisis lógico anula su capacidad de comprender
la existencia, el sentido, el ser, y que niega la dimensión histórica,
interpretativa y experiencial de la vida humana.
b. Desde la propia filosofía analítica posterior
(Quine, Kuhn, Putnam)
Incluso
dentro de la tradición anglosajona, se ha puesto en duda la idea de que exista una
clara distinción entre enunciados analíticos y sintéticos, y que la
verificación empírica sea criterio suficiente de significado.
Para
terminar, El futuro de la filosofía
de Schlick marca un momento de inflexión en la filosofía del siglo XX.
Su apuesta por una filosofía sin metafísica, puramente lógica y lingüística, fue
liberadora para algunos, pero empobrecedora para otros. Defiende que el futuro de la filosofía no es decir cosas nuevas sobre el
mundo, sino hacer más claro lo que ya decimos cuando hablamos con
sentido.
Escrito por
El Escritor Misterioso
13 de julio de 2025
0 Comentarios