4 | ¿Vale la pena vivir si no haces, por lo menos, algo destacable?

 


Para mí, la respuesta es no, esto es, no vale la pena vivir si no se hace algo destacable.

Ahora bien, desde siempre se nos ha dicho que la vida no tiene sentido, pero es uno mismo (el hombre) quien le atribuye o le da ese sentido a su vida. Para algunos, el sentido de la vida recae en hacer fortuna (construir riqueza) y está bien; otros, sienten que el mundo exige grandeza, fama o el reconocimiento y se concentran en ello. Sin embargo, otros sientes que el alma humana necesita crear, marcar una diferencia, dejar huella, aunque sea en un solo corazón, para sentir que su paso por la vida ha sido algo más que mera repetición.

Quizá, ahora podríamos reformular la pregunta y decir: ¿por qué un ser humano merece hacer algo destacable?

En primer lugar, es necesario saber que el ser humano no es un simple organismo que respira y consume. El hombre es un ser consciente de su tiempo, de su muerte y de su libertad. Esa conciencia, que es carga y privilegio, nos obliga a preguntarnos ¿para qué estoy aquí?. No basta con sobrevivir. Necesitamos que nuestra vida diga algo, aunque sea en voz baja. Hacer algo destacable es darle forma al caos, es poner una chispa de orden en el universo, aunque sea en una obra artística, escribir un libro, como también en un gesto o una palabra.

En segundo lugar se debe reconocer que lo destacable es una forma de dignidad. No se trata de ser genios, héroes o mártires, necesariamente, pues si lo eres, ya está, trascenderás en la historia y serás inmortal. No obstante, se trata de dignificar la existencia con algún acto que nos defina, que diga: Esto fui. Esto hice. Esto me importó. Una vida que pasa sin haber dicho nada esencial, sin haber construido un solo puente hacia otro, sin haber dejado un legado con una creación propia deja al alma con una sed no saciada. El ser humano merece, y debe, hacer algo destacable, porque esa es su manera de justificar la inmensidad del don de estar vivo.

En tercer lugar, aunque duela para muchos decirlo, pero el alma se marchita sin aspiración. Me explico. Vivir sin buscar lo destacable —en este caso, no en el sentido público, sino personal y auténtico— es renunciar a la potencia creativa que nos hace humanos. La rutina sin propósito, el miedo a intentar, la resignación constante, son formas de muerte lenta. Hacer algo destacable no es vanidad: es afirmación existencial, es gritar al mundo y a uno mismo: yo he sido capaz de hacer algo que vale la pena o también yo he logrado cumplir con mi objetivo.

En cuarto lugar, lo destacable nos reconcilia con nosotros mismos. Si analizamos este punto desde una perspectiva psicológica, nos daremos cuenta que cuando uno se atreve a crear algo sincero —un poema, un gesto de justicia, una obra, un libro, una decisión valiente— ocurre algo misterioso: uno se reconcilia con su existencia, con sus contradicciones y caídas. Lo destacable se convierte en eje de la identidad, en punto de referencia al que volvemos cuando todo lo demás se desmorona. Es decirse: tal vez fallé mil veces, pero esto lo hice bien. Esto soy yo.

Por último, al ser mortales estamos condenados a perecer algún día, porque la muerte es para todos y esta muerte da sentido solo si hay legado. La muerte, si llega tras una vida sin un solo acto destacable, nos deja en el abismo del absurdo como diría Camus. Pero si en vida hicimos algo que tocó a alguien, que transformó aunque sea un fragmento del mundo, entonces la muerte se vuelve el broche final de una historia que mereció contarse. Y eso nos libera del miedo. Porque el legado —no importa cuán modesto— es la forma más humilde y poderosa de eternidad.

Conclusión

Vivir sin hacer algo destacable es como tener una voz y no usarla, como caminar por un sendero sin haber dejado huellas siquiera en la tierra.

No se trata de ser célebres. Quien mucho piensa en la fama puede terminar arruinado por ella. Aquí, se trata de ser verdaderamente humanos: creadores de sentido, escultores de nuestro destino. Lo destacable es aquello que, al final, nos permite mirarnos al espejo sin arrepentimientos, con la íntima certeza de que nuestra vida, aun con sus sombras, fue una obra digna de haber sido vivida.

Con esto, no quiero decir que lograr reconocimientos o fama sea mala o negativa. Un poco de reconocimiento por algún logro personal o profesional, ser exitoso en lo que te has propuesto, no tiene nada de malo. Lo malo o el aspecto negativo de esto es cuando nos convertimos en soberbios, pedantes, orgullosos al máximo y en comenzar a ver a las personas por debajo del hombro. Habrá que saber manejar con cuidado estos aspectos.

En lo personal, amo leer, amo escribir, valoro mi tranquilidad, no me gusta el bullicio, pero sobre todo amo mi libertad; y en la medida que pueda, seguiré adelante con mis proyectos personales  

Escrito por
El Escritor Misterioso
6 de julio de 2025


0 Comentarios