Efraín tuvo un día tranquilo, pues se había
dedicado a terminar de escribir un par de cuentos. Siendo casi las doce de la
medianoche, Giovanna, su amiga, le escribe por el WhatsApp lo siguiente:
—Hola, Efra… ¿estás ocupado?
—Hola, Giova, lo estaba, pero ya terminé de escribir uno de mis cuentos, dime
¿en qué te puedo ayudar? —respondió Efraín.
—Estoy molesta, le escribo a Juan y me deja en visto. Seguro está conversando
con su «amiguita».
—Pero no tiene nada de malo que converse con su amiga, por ejemplo, tú estás
conversando conmigo que soy tu amigo.
—Es diferente, porque tú y yo solo somos amigos.
—¿Acaso Juan y su amiga no son amigos?
—No sé, pero siento que quizá tiene algo con ella, además, su amiguita sube
unas fotitos con poca ropa a sus estados como a su Instagram… mmm… que para que
te cuento, mejor que salga desnuda.
—¿Tanto así?
—Sí. Además, si te cuento esto es porque soy mujer y una mujer presiente cuando
pasa algo.
—Bueno, en ese caso, no te atormentes y ponte a leer algo o distrae tu mente
con otra cosa.
—No, mejor hagamos algo.
—¿Qué cosa?
—Tengo una idea, ya que sabes latín, dime ¿cómo se dice «zorra» en latín?
—La palabra «zorra» en latín es vulpes.
—¿Vulpes? Ja, ja, ja, ja, ja qué buena.
—No entiendo, ¿por qué la risa?
Giovanna le envía un mensaje de audio a Efraín y le comenta que de ahora en
adelante la llamará así (vulpes) a la amiga de su enamorado (Juan). Sin
embargo, cuando Efraín escuchó como lo pronunció, le escribió lo siguiente:
—No, lo has pronunciado mal. Se escribe vulpes, pero se pronuncia «wúlpes»
con mayor fuerza en la sílaba «wúl-» porque se trata de una palabra grave.
—Oh, entiendo, pero ¿cómo se dice «zorro» en latín?
—Igual, vulpes.
—No entiendo, como una palabra va a ser igual para «zorro» y «zorra».
—En latín hay un término que se emplea para eso, se denomina «Epiceno».
—¿Qué es un epiceno?
—Epiceno se refiere al término que con un solo género gramatical puede designar
seres (en este caso, animales) de uno y otro sexo. Además, vulpes, -is, la
zorra y el zorro es femenino (termina en «-es») y pertenece a la tercera
declinación.
—¿Termina en «-es» y pertenece a la tercera declinación? No entiendo.
—¡Olvídalo! je, je, je.
—¿Cómo sabes tanto latín?
—En realidad, no sé tanto, solo poco nomás, pero mira el lado bueno de esto.
—Que ya aprendí a decir «zorra» en latín a la amiguita de mi enamorado.
—Ja, ja, ja, ja, no me refería a eso.
—¿Entonces?
—Que al menos te hice olvidar por un rato lo enojada y contrariada que estabas
cuando empezaste la conversación y de paso, aprendiste algo de latín, así haya
sido esa palabra.
—Cuando una conversa contigo, siempre se aprende algo nuevo. ¡Gracias, Efraín!,
porque no solo aprendí como se dice «zorra» en latín, sino también a
pronunciarlo bien. Me da gusto ser tu amiga.
—Plurimas gratias et tibi quoque.
—No sé qué dices ja, ja, ja, con tal que no me mentes la madre en latín, no hay
problema.
—Ja, ja, ja, ja, no. Solo dije «Muchas gracias e igualmente». Me refiero a que
también me da gusto ser tu amigo.
—Cuando nos veamos te invitaré alfajores.
—Más que los alfajores (que son ricos) se disfruta de la buena compañía y de
una agradable conversación contigo.
—Gracias, Efra.
Ambos se despidieron y terminó la conversación por el WhatsApp.
Cuento: La sospechosa amiga de Juan
Escrito por David Misari Torpoco
2 de setiembre de 2021
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